La tierra se abrió tal y como lo hicieron mis piernas al verlo. Abiertas en una bienvenida húmeda y cálida, hambrienta de dolor.
Deseé el mal en su estado más puro y se me dió la oportunidad de saborearlo. Saborear su piel ácida, su lengua áspera, su sabor caústico al correrse en mi boca.
Ahora, inmóvil, llena de arañazos, desgarros y quemaduras, pienso en pasar la eternidad en el infierno. Cancelar mi suscripción a la resurrección.
5 Comments:
Siempre es delicioso el sexo, ¿no?
Palabras.
Y además no hicimos nada.
mejor pensar en el infierno cuando uno empiece a experimentar remordimientos.
Melmoth: no hacer nada, no hacer nada... Sólo de pensar en hacer algo entro en éxtasis mental y físico.
Oracle: ¿tú no sientes remordimientos por nada? Eso es que no tienes conciencia.
Pesadilla: yo sí lo necesito, para salvarme de según qué situaciones que provoco yo sola, que cuide de mi integridad física. Al alma, que le den por culo. ¿O era al revés?
será por eso...no creo que los remordimientos sirvan para mucho. es esa arma arrojadiza que la iglesia le sacó tanto jugo para encadenar los sueños de tantas y tantas generaciones. así pues yo solito voy a enmendar una pequeñísima parte de ese error y para balancear me paso al otro extremo.
Publicar un comentario
<< Home