26.2.05




La tierra se abrió tal y como lo hicieron mis piernas al verlo. Abiertas en una bienvenida húmeda y cálida, hambrienta de dolor.

Deseé el mal en su estado más puro y se me dió la oportunidad de saborearlo. Saborear su piel ácida, su lengua áspera, su sabor caústico al correrse en mi boca.

Ahora, inmóvil, llena de arañazos, desgarros y quemaduras, pienso en pasar la eternidad en el infierno. Cancelar mi suscripción a la resurrección.

18.2.05

Putas. Putas. Putas...

Realmente espero que el/la gran hijo/a de puta que idease los pantys esté ardiendo en el infierno mientras lo/la sodomizan miles de demonios ataviados con cinturones-polla cubiertos de espinas de acero impregnados en ácido sulfúrico de gran pureza.

Si a alguien se le ocurre un castigo más doloroso, por favor, será bien recibido.

16.2.05

Are you there

Vuelvo a caminar entre los vivos. Con los ojos cerrados, guiándome tan sólo por las respiraciones ajenas, busco el lugar donde no estés.
Algún rincón sucio y oscuro que no huela a ti, donde pueda mirar a mi alrededor sin encontrarte, donde no oiga tu jodida voz repitiéndome hasta la saciedad lo especial que soy.

Adiós a los besos con sabor a vodka que siempre me dabas.

9.2.05

Cohkka

La luna se partió en dos partes desiguales
dejando mi cabeza entre sombras.



3.2.05

Y entonces se comieron el uno al otro

Se apagaron las luces y acabó la música. La danza había concluido y todos estaban espectantes. Alguien encendió una antorcha en lo alto, iluminando un círculo formado por dos cuerpos desnudos.

Una palmada. Se levantaron y se acercaron lentamente. Al primer contacto, al primer roce de piel sobre piel, se arquearon sus espaldas. Sus manos se convirtieron en garras y se abrazaron con avaricia. Los que estaban a su alrededor no cesaban de mirar, ni siquiera parpadeaban.

Alguien gritó. Se empezaron a besar con la boca abierta, como si se succionasen la vida mutuamente de tal manera. Seguían pegados el uno al otro, acoplados sacudían sus cuerpos al son de un ritmo desconocido. Al borde del éxtasis, cayeron de nuevo al suelo.

Alguien apagó la antorcha. Silencio, tan sólo sus respiraciones agitadas. Y gritos, gritos que provenían del centro mismo del círculo. Gritos enloquecidos entre desgarros de piel.

La luz volvió. Y la música también. Ya no había círculo, no quedaba nada.


Y entonces se comieron el uno al otro.